María Pérez Trujillo (Puerto de
UNA RICA PERSONALIDAD
Su vida fue un ejemplo de abnegación y sacrificio. Su tenacidad le permitió superar la hemiplejía que le sobrevino con apenas treinta y tres años de edad. Pese a ello, pasaba largas horas zurciendo, bordando o tocando el piano de cola, con una sola mano. Probablemente, esta entereza, que le llevó a superar no pocas adversidades y que le granjeó el afecto de la población portuense, le llegó a través de su profunda religiosidad. Acudía a misas y oficios puntualmente, acompañada de alguna amiga.
Fue una mujer inteligente, estudiosa y autodidacta, dotada de una gran capacidad de trabajo: aprendió inglés y francés —y casi todo lo que sabía— gracias a los periódicos y la radio, ya que escuchaba
En relación con su personalidad, se puede afirmar que fue hecha con una voluntad de hierro pues fue un ejemplo de fortaleza. Así se forjó una exquisita mujer en el trato, serena y sensible con todo aquello que implicara progreso y avance de la libertad, por la que siempre trabajó en silencio. Su entrega, su afán y su voluntad de trabajo constituyen un paradigma para la mujer de hoy que sigue aspirando a la igualdad y a la plena integración, aspectos por los que María Pérez Trujillo luchó, a su modo, durante toda su vida.
UNA MAESTRA INOLVIDABLE
María Pérez Trujillo impartió sus clases en sus domicilios de las calles portuenses Doctor Íngram, Blanco y José de Arroyo. A lo largo de varias décadas, enseñó y preparó a un alumnado de toda condición social y se preocupó por su adecuada formación básica. Cuando alguno de sus alumnos acababa sus estudios básicos, ella iba personalmente a hablar con sus padres para que le diesen estudios universitarios. Nunca faltaron para sus alumnos palabras de aliento y estímulo.
En las peculiares aulas de la calle Blanco tenía colgados en las paredes mapas y pizarrones y los pupitres se dirigían a la mesa de la profesora, que se encontraba al fondo. Ni un solo día faltaba alguna mención a su libro preferido, El Quijote, del que dictaba cada día a los niños un párrafo que luego les explicaba.
Este ritual sólo se saltaba el día del santo de María, cuando el jolgorio, los refrescos y los dulces tomaban el aula y la azotea y se cantaban canciones de la época acompañadas por ella, que tocaba su llamativo piano de cola.
En su magisterio se combinaron el rigor de una buena profesora con la ternura y el aperturismo de una mujer, de una amiga y de una madre. Predicó siempre con el ejemplo y no le importó enseñar sin esperar contraprestaciones económicas inmediatas.
El homenaje popular que, en su honor, se celebró en Caracas (Venezuela) en 1974, puede interpretarse como la culminación de la trayectoria que, a favor de la docencia y de la formación humanista, protagonizó durante toda su vida esta inolvidable “maestra”.
1 comentario:
¡Felicidades chicos!
Magnífico trabajo. Es gratificante ver hasta donde habéis podido llegar en vuestra formación.Espero que recuerden con alegría estos años de duro trabajo en el Centro y que el nombre de María Pérez Trujillo suene con orgullo allí donde quiera que os encontréis.
Las puertas de esta vuestra casa estarán siempre abiertas.
Miguel Ángel Negrín
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